ROSQUILLAS DE LA ABUELA
- cocinandoconnuriac
- 27 may 2021
- 4 Min. de lectura
En cada casa se hacen de un tipo y todas riquísimas.

MI PEQUEÑA HISTORIA
Mi suegra, se llama Amparo, tiene una estupenda mano en la cocina, ella es poco aficionada a hacer dulces, pero hay dos que los borda, uno es el flan de huevo y el otro son las rosquillas; si le preguntáis a mi marido os dirá que el arroz con leche también estaría en el pódium de postres maternos.
Mis hijos desde pequeñitos siempre han llamado yaya a mi madre y abuela a mi suegra, así nunca hay confusiones, como la especialista en rosquillas es la de Burgos, cuando comentamos algo sobre ellas siempre lleva la coletilla “de la abuela”, así que el nombre estaba claro.
A todos nos encanta cuando vamos a Burgos a visitar a la familia abrir la puerta y percibir el olor a las rosquillas recién hechas que mi suegra nos tiene preparadas; grandecitas como nos gustan y bien esponjosas.
Os diré que durante un buen tiempo las rosquillas han sido la cruz de mi marido, porque las hacía, pero no le salían como a su madre; todo se arregló cuando un día las hizo con ella y pudo comprobar la textura de la masa.
Con esto os quiero decir que, es posible que las primeras veces no os queden las rosquillas como os gustaría, el truco está en la textura de la masa que deberá ser blandita, pero trabajable, así se freirán bien y quedarán esponjosas.
INGREDIENTES

1 kg de harina de trigo
3 huevos
280 gr de azúcar (15 cucharadas)
90 ml de aceite de girasol frito (9 cucharadas)
90 ml de leche (9 cucharadas)
90 ml de anís (9 cucharadas)
2 cucharaditas de bicarbonato sódico
1 rebanada de pan
Piel de un limón
1 l de aceite de girasol
200 gr de azúcar para espolvorear
ELABORACIÓN
Una de las cosas que me gusta de la cocina es la liturgia a la hora de preparar las recetas.
Esta receta mi suegra siempre la comienza poniendo un buen chorreón de aceite de girasol en una satén y friendo una rebanada de pan, esto se hacía de antiguo para, como dice ella, quitar el amargor al aceite.
En la actualidad, con los aceites de que disponemos, no sería necesario, pero a mí me gusta hacerlo; por mi parte, le he añadido la piel de un limón para aromatizar un poco el aceite.

Cuando el pan está frito por ambos lados, apagar el fuego, retirar el pan y las pieles del limón y dejar enfriar el aceite.

Esta es la típica receta que para hacerla, si dispones de un robot amasador ganarás mucho tiempo, pero se puede hacer perfectamente a mano.
En un bol poner los tres huevos que deberán estar a temperatura ambiente.

Añadir los 90 ml de leche, los 90 ml de anís y los 90 ml de aceite de girasol frito que deberá estar frio y comenzar a batir. Mi suegra lo mide todo por cucharadas y para los cálculos se utilizan tres cucharadas de cada ingrediente líquido por huevo.

Cuando se hayan homogeneizado los ingredientes líquidos, se añaden los 280 gr de azúcar, en cucharadas serían cinco por cada huevo.

Mientras se agregan los ingredientes, se toman unos 50 gr de harina en un bol, se añaden las dos cucharaditas de bicarbonato y se mezclan.

Cuando la mezcla de los líquidos y el azúcar esté homogénea se procede a añadir la harina comenzando por la que teníamos preparada con el bicarbonato.

Incorporar harina al bol poco a poco e ir batiendo hasta que la mezcla tenga una consistencia suficientemente espesa como para poder ser amasada.

Enharinar la mesa donde vayas a trabajar y poner en ella la masa.

Incorporar poco a poco harina a la masa e irla trabajando hasta que se consiga la textura adecuada, deberá ser como una plastilina blanda, que se pueda trabajar pero que no esté dura.
La indicación de mi suegra para este paso es que hay que añadir la harina que admita la masa, en este caso yo he utilizado 850 gr, el resto de la harina la utilizaremos para que las rosquillas no se peguen a la mesa.

Si no vas a hacer las roquillas rápidamente hay que dejar la masa tapada con un trapo para evitar que se hagan costras. No hay que dejar reposar la masa ya que no es necesario que fermente.

Para hacer las roquillas lo primero es hacer cilindros, los llamamos churritos,

Del tamaño aproximado de un bolígrafo, ya he comentado que en casa nos gustan las rosquillas grandes, pero se pueden hacer del tamaño que gusten en cada casa.

Cuando se tiene el churro tan solo hay que cerrar las rosquillas, esta es una actividad en la que puede participar la familia.

Preparar una sartén, un bol o fuente con papel absorbente y un plato con azúcar.

Verter en la sartén una buena cantidad de aceite de girasol, cuando se pongan a freír las roquillas éstas deben quedar cubiertas, y llevarla a fuego suave, la fritura tiene que ser suave.
Cuando el aceite tome calor ir introduciendo las roquillas, poca cantidad por sartenada para que el aceite no baje la temperatura.

Cuando las rosquillas suban a la superficie y estén doradas por un lado darles la vuelta.

En el momento en el que tomen el color adecuado se sacan las roquillas a un bol o fuente con papel absorbente.

Espolvorear las rosquillas con un poco de azúcar.

Es muy importante que la temperatura de la fritura sea media-baja para que el interior de las rosquillas quede perfectamente cocinado.
Freír todas las rosquillas.

Ya solo queda esperar a que se enfríen para disfrutar con un buen té, café, un vinito dulce o lo que proceda.

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